La catedral de la Almudena ha acogido este domingo 15 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, una de las celebraciones más entrañables del calendario diocesano: las Bodas de Plata y Oro de más de ochenta matrimonios de la diócesis de Madrid. Los esposos renovaron sus promesas, ofreciendo un testimonio vivo de la fuerza del amor y la fidelidad, en el día en el que la Iglesia celebra la Jornada Pro Orantibus, dedicada a la vida contemplativa, que este año lleva por lema: Orar con fe, vivir con esperanza. Así lo ha explicado el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, que ha presidido esta celebración. «En una existencia que se sostiene orando con fe, no caben la apatía, la rutina, ni la desesperanza, sino que su fruto es justamente una vida que se afronta con esperanza, con entera confianza en el Señor y en su querer para nosotros».
Por eso, ha recordado, este encuentro no era meramente un recordatorio del pasado, sino «un acto de fe. Es un acto de amor. Es un acto de agradecimiento en esta fiesta de la Santísima Trinidad». El valor del tiempo vivido en la entrega mutua, no se reducen a una simple cifra, sino que representan «historia». «Son promesas cumplidas. Son heridas curadas. Son abrazos repetidos. Son silencios compartidos. Son hijos, nietos, alegrías, luchas, perdidas, reencuentros». Este transcurrir de los años, lleno de vivencias compartidas, se transforma en un «tesoro» cuando está impregnado de «amor fiel»».
El cardenal Cobo ha destacado como a este compromiso no se llega con nuestras propias fuerzas «sino por un Amor que os sostiene, que os supera, que os ha ido renovando día tras día. Es el Amor infinito de Dios, el Amor que hay entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este Amor Trinitario, fuente de toda comunión, es el que «os ha unido, es el que os ha perdonado, es el que os ha sostenido».
Profundizando en la esencia de la Trinidad, ha afirmado que «Dios es comunión, es relación, es amor. Y ese amor es la fuente y el destino de nuestras vidas». Se recordó que el matrimonio cristiano es un reflejo de este misterio de comunión, un espacio donde «Dios actúa y donde nosotros cuidamos, acompañamos y perseveramos». Ante esto, ha instado a «ssuperar el individualismo espiritual, la tentación de vivir una fe «a mi manera», aislada. Dios nos llama a construir comunidad. En la parroquia, en la familia, en el barrio. Trabajar por la comunidad es trabajar por Dios».
La Delegación de Familia de la Diócesis de Madrid hizo entrega al finalizar la ceremonia de un regalo especial, un detalle que simboliza el cariño y el apoyo de la Iglesia a las familias. Al saludar a cada uno de los matrimonios asistentes, el cardenal les ha invitado a fomentar la perseverancia y la confianza, recordando que, como hace veinticinco o cincuenta años, se debe volver a decir «sí». Un sí sereno, maduro, confiado que no se apoya solo en los sentimientos, sino en «la fidelidad de Aquel que os ha unido y os sostiene: el Dios Uno y Trino, que es todo Amor».